Los seres humanos son conocidos por sus cinco sentidos, a saber, el tacto, el olfato, el gusto, la vista y el oído, pero rara vez pensamos que nuestro cuerpo puede percibir los demás. Los investigadores ahora han identificado dos sentidos adicionales que nuestros cuerpos pueden usar para percibir el mundo que nos rodea a su manera.
Los descubrimientos sobre la existencia de un sexto y un séptimo sentido han proporcionado información sobre varios aspectos de la salud y el bienestar. Desde problemas neurocognitivos como la sinestesia hasta problemas de control motor asociados con la propiocepción. ¡Es hora de que exploremos más profundamente cómo estos sentidos adicionales podrían ofrecer una valiosa ayuda para funcionar de manera óptima en el complejo entorno actual!
Según la neurocientífica española Nazareth Castellanos, investigadora del Nirakara-Lab de la Universidad Complutense de Madrid, los cinco sentidos tradicionales que todos conocemos (vista, oído, tacto, olfato y gusto) quizás no sean tan importantes como creíamos. . Los neurocientíficos miran cada vez más más allá del cerebro para comprender cómo los humanos perciben su entorno. Los estudios han revelado la existencia de vínculos directos entre los intestinos y el cerebro, lo que sugiere que nuestro cuerpo está dotado de más de cinco sentidos.
Los 2 significados más recurrentes que no nos damos cuenta.
Un sentido interno – o propiocepción –:
La propiocepción es la capacidad de percibir y sentir el propio cuerpo en el espacio. Este sentido funciona a través de una combinación de señales procesadas por receptores ubicados en el oído interno, los músculos, las articulaciones y la piel. La propiocepción nos informa sobre la posición de nuestro cuerpo, la conciencia de los movimientos de las extremidades y las articulaciones, y la conciencia espacial, incluso con los ojos cerrados. También nos ayuda a mantener el equilibrio mientras nos movemos por el espacio y mantener nuestra postura.
La propiocepción es esencial para la coordinación normal del movimiento porque nos permite hacer ajustes rápidos sin usar información visual. Por ejemplo, cuando cerramos los ojos o nos movemos por un área oscura, la propiocepción aún puede ayudarnos a caminar sin señales visuales externas.
Un sentido interoceptivo o introcepción:
La introcepción es la capacidad de mirar hacia adentro los propios pensamientos, sentimientos y emociones. Se refiere al proceso de autorreflexión y toma de conciencia del propio estado mental. Es un tipo de metacognición o “pensar tus propios pensamientos” que nos permite tomar conciencia de nuestros propios procesos cognitivos y nos dota de las herramientas para regular nuestro funcionamiento emocional. Una persona que ha desarrollado habilidades introceptivas puede reflexionar sobre sus propios patrones de pensamiento, sentimientos y emociones para comprender mejor su comportamiento y cómo afecta a quienes lo rodean.
La introcepción también implica comprender por qué ocurren ciertas reacciones en respuesta a ciertas situaciones, así como ser capaz de reconocer cuándo las reacciones de uno no son productivas o saludables. Además, a través de la introspección, las personas pueden comenzar a moldear sus respuestas emocionales al considerar alternativas más positivas. Con una mayor introspección viene una mayor autoconciencia y crecimiento personal, ya que las personas comprenden mejor sus procesos de pensamiento y comportamientos.
Aparte de estos dos sentidos, los neurocientíficos están de acuerdo en que los humanos tienen al menos otros cinco sentidos distintos.
Estos nuevos “significados” incluyen:
- Un sentido vestibular que nos ayuda a mantener el equilibrio.
- Un sentido cognitivo que nos permite procesar información compleja.
- Un sentido nociceptivo implicado en la detección de estímulos potencialmente peligrosos.
- Un sentido térmico que nos permite detectar cambios sutiles de temperatura.
- Un sentido químico que nos ayuda a detectar feromonas y otras sustancias químicas en nuestro entorno.
Esta nueva comprensión de los sentidos humanos ha abierto nuevas vías para la investigación sobre cómo los humanos interactúan con su entorno, tanto a nivel consciente como subconsciente. Mirando más allá de los cinco sentidos tradicionales, los neurocientíficos ahora pueden explorar cómo los diferentes órganos interactúan entre sí para influir en los comportamientos humanos.