¿Alguna vez has notado que el estrés de una persona puede extenderse por toda la habitación? Resulta que no te lo estás imaginando. El estrés se ha considerado durante mucho tiempo una emoción provocada por factores externos sobre los que no tenemos control. Sin embargo, la investigación ahora muestra que también puede ser contagioso, lo que significa que ver o estar cerca de las reacciones de estrés de otra persona puede influir en su propio estado de ánimo. El estudio analizó este fenómeno y los resultados son más interesantes de lo que podría pensarse. ¡Sigue leyendo para descubrir lo que los investigadores han podido descubrir sobre este fenómeno!
¿Por qué sentimos el estrés de las personas que conocemos, ya sean nuestros familiares o incluso extraños?
A estudio científico americano Un estudio reciente ha proporcionado algunas respuestas a esta intrigante pregunta. Resulta que este fenómeno, llamado «estrés empático», encuentra su origen en los mecanismos biológicos y psicológicos que rigen nuestro comportamiento social.
La explicación científica radica en el proceso de empatía y, más precisamente, en la capacidad de nuestro cerebro para desencadenar una respuesta emocional en reacción a la de los demás. Nuestro cerebro está equipado con neuronas espejo, que nos ayudan a comprender e imitar las acciones y emociones de las personas que nos rodean. El funcionamiento de estas neuronas espejo estaría en el origen de la propagación del estrés dentro de un grupo.
Además, la respuesta al estrés de una persona puede verse influenciada por un nivel elevado de cortisol en el cuerpo. El cortisol es una hormona que se libera en respuesta al estrés y se puede detectar en la saliva. En el estudio en cuestión, se demostró que los participantes expuestos a una situación estresante tenían niveles de cortisol más altos que los que no estuvieron expuestos. Además, las personas que estuvieron en contacto con los participantes estresados también mostraron niveles más altos de cortisol, lo que sugiere que el estrés se puede «transmitir» de persona a persona.
Además, los factores psicológicos juegan un papel importante en el contagio del estrés.
Cuando percibimos que alguien está estresado, nos hacemos más conscientes de nuestras propias emociones y de nuestro entorno, y buscamos entender qué puede estar causando ese estrés. Al hacerlo, podemos detectar potencialmente situaciones amenazantes o desafíos a superar, lo que, a su vez, puede provocar una respuesta de estrés en nosotros mismos.
Finalmente, el contagio del estrés puede considerarse como un mecanismo biológico y psicológico que promueve la cohesión grupal y lleva a los individuos a reaccionar de forma sincronizada ante situaciones potencialmente peligrosas. Aunque el estrés puede ser perjudicial para nuestro bienestar y afectar nuestra salud mental y física, también puede ayudarnos a estar más alerta y preparados para enfrentar desafíos o amenazas.
En definitiva, el estrés contagioso es un fenómeno complejo que involucra procesos neurológicos, hormonales y psicológicos que nos permiten sentir y compartir las emociones de los demás para reaccionar mejor ante las situaciones cotidianas.
Estas son las señales de que somos víctimas de un estrés contagioso.
Cambios emocionales:
Las personas que experimentan estrés contagioso pueden experimentar emociones negativas como ansiedad, tristeza, ira o irritabilidad. También pueden tener problemas para concentrarse y tomar decisiones.
Síntomas físicos:
El estrés indirecto también puede provocar síntomas físicos, como dolores de cabeza, dolores musculares, dificultad para dormir, fatiga persistente o problemas digestivos.
Impacto en las relaciones:
Las personas que sufren de estrés contagioso pueden tener dificultades para mantener relaciones sanas y armoniosas con los demás, ya que suelen estar irritables, nerviosas y menos tolerantes a la frustración.
Desarrollo de conductas compulsivas:
Ante el estrés indirecto, algunas personas desarrollan comportamientos compulsivos en un intento por controlar su entorno, como la revisión excesiva del correo electrónico, la preocupación excesiva por la organización y la planificación, o una inclinación por el perfeccionismo.
Desapego emocional:
Algunas personas tratan de protegerse del estrés contagioso separándose de sus emociones, lo que puede conducir a una falta de empatía, dificultad para establecer conexiones emocionales con los demás y sentimientos de aislamiento.
Problemas de memoria y concentración:
El estrés indirecto puede alterar nuestra capacidad para concentrarnos y retener información, lo que lleva a una falta de productividad laboral, errores u olvidos.
Aumento del consumo de sustancias psicoactivas:
Las personas que experimentan estrés indirecto pueden verse tentadas a utilizar sustancias como el alcohol, la nicotina o las drogas para relajarse o para hacer frente a sus emociones negativas.
Disminución de la autoestima:
El estrés contagioso también puede socavar nuestra confianza en nosotros mismos y nuestra capacidad para manejar situaciones difíciles de manera efectiva, provocando sentimientos de impotencia e insuficiencia.
Para limitar el impacto del estrés contagioso, es fundamental aprender a gestionar eficazmente nuestro propio estrés, desarrollar habilidades de comunicación y resolución de problemas, y cultivar hábitos saludables para nuestro bienestar mental y físico, como la práctica de actividad física regular. , el mantenimiento de un estilo de vida sano y equilibrado, encontrándonos así cerca de personas optimistas y joviales que pueden aportar más armonía a nuestro día a día para superar con éxito este agobiante estrés.