Un estudio sugiere que combinar ejercicio aeróbico como nadar y ayunar puede beneficiar a las personas con enfermedad hepática.

La enfermedad del hígado graso no alcohólico se caracteriza por una acumulación de grasa en el hígado. La acumulación de grasa en el hígado inicialmente no es peligrosa, pero puede poner a las personas en riesgo de sufrir otros problemas de salud. Los datos de un estudio reciente sugieren que combinar el ejercicio aeróbico o cardiovascular con el ayuno intermitente puede mejorar la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

El hígado es un órgano crucial en el cuerpo que puede influir en muchos aspectos de la salud. La acumulación de grasa en el hígado, llamada enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés), se está volviendo más común en algunos países. Los investigadores todavía están trabajando para comprender el impacto total de NAFLD y las mejores opciones de estilo de vida para reducir la acumulación de grasa en el hígado.

Un estudio reciente analizó la efectividad del ayuno intermitente y el ejercicio aeróbico para reducir la acumulación de grasa en el hígado. Los investigadores encontraron que la combinación de estos dos métodos fue eficaz para reducir los niveles de grasa en el hígado. El estudio se publica en la revista Cell Metabolism.

El impacto de la enfermedad del hígado graso

Hablamos de NAFLD cuando la grasa se acumula en el hígado. Bajo este término general se esconden dos subtipos: la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFL) y la esteatohepatitis no alcohólica (NASH). Hablamos de enfermedad del hígado graso no alcohólico cuando simplemente hay una acumulación de grasa pero no hay daño en el hígado. La esteatohepatitis no alcohólica se caracteriza por acumulación de grasa, inflamación del hígado y daño hepático. La esteatohepatitis no alcohólica es cada vez más común, con una alta prevalencia en adultos obesos o diabéticos en particular.

La enfermedad del hígado graso no alcohólico es una condición médica cuando se acumula grasa excesiva en el hígado. Puede causar inflamación del hígado, cicatrización y eventualmente cirrosis. Esta condición se ha convertido en una enfermedad hepática crónica muy común. Las personas con obesidad y diabetes tipo 2 tienen un riesgo particularmente alto de desarrollar la enfermedad del hígado graso no alcohólico. La enfermedad del hígado graso no alcohólico por sí sola no conduce necesariamente a problemas hepáticos más graves, pero puede aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular y síndrome metabólico de una persona.

Las personas con NAFLD pueden hacer cambios útiles en su estilo de vida, como alcanzar y mantener un peso saludable. Sin embargo, los especialistas continúan investigando las mejores medidas para las personas con NAFLD.

Combinar ayuno y ejercicio para el hígado

Este estudio en particular fue un ensayo controlado aleatorio. Los autores del estudio realizaron el ensayo durante tres meses e incluyeron a 80 participantes en su análisis. Querían examinar la efectividad de diferentes intervenciones en el estilo de vida para mejorar el contenido de grasa en el hígado. Todos los participantes padecían obesidad y NAFLD.

Los investigadores notaron que la principal terapia de estilo de vida para la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) combinaba la restricción calórica diaria con ejercicio aeróbico. Tenían curiosidad por saber si el ayuno intermitente combinado con ejercicio aeróbico produciría las mismas reducciones en la grasa del hígado.

El ayuno intermitente implica comer solo durante ciertos intervalos de tiempo o tener días específicos con una fuerte restricción calórica. Los investigadores asignaron a los participantes a uno de cuatro grupos para medir la mejora en la enfermedad del hígado graso. El primer grupo participó en ejercicio aeróbico regular de intensidad moderada. El segundo grupo participó en ayunos alternos, es decir, solo consumieron alrededor de 600 calorías en los días de ayuno y alternaron con días de fiesta, donde su dieta no estaba restringida. El tercer grupo participó tanto en un programa de ejercicio como en ayuno intermitente. Finalmente, el último grupo fue un grupo de control sin ninguna intervención.

El grupo de combinación demostró una variedad de mejoras, algunas de las cuales fueron mayores que las de los otros grupos de intervención.

de hecho, los investigadores encontraron que la grasa del hígado se redujo en un 5,5 % en el grupo que participó tanto en ayuno como en ejercicio. Este grupo combinado también redujo el peso corporal en un 5%, la masa grasa, la circunferencia de la cintura y los niveles de enzimas hepáticas (ALT). También encontraron un aumento en la sensibilidad a la insulina en el grupo combinado, lo que indica un mejor control del azúcar en la sangre. Los investigadores encontraron que la reducción de la grasa hepática y el peso corporal fue similar entre el grupo combinado y el grupo que solo participó en el ayuno intermitente.

También encontraron que los tres grupos de intervención vieron una mejora similar en la resistencia a la insulina. Por lo tanto, la intervención combinada podría ser una opción para las personas con NAFLD, pero no es necesariamente un método muy superior.

Este estudio se suma a la literatura actual sobre los beneficios de la pérdida de peso del hígado graso. Está de acuerdo con muchos otros estudios en que la restricción calórica es una parte clave del control de peso. Según este estudio, se cree que los médicos y los pacientes adoptan el ayuno en días alternos como una estrategia beneficiosa para el control del peso y el tratamiento del hígado graso.

Limitaciones del estudio

El estudio tuvo algunas limitaciones que es importante considerar. Primero, el estudio incluyó un número limitado de participantes y duró poco tiempo. Más del 80% de los participantes eran mujeres. Este hecho, junto con el origen étnico de los participantes, apunta a la necesidad de una investigación más diversa. En segundo lugar, la intervención combinada mostró mejoras en el hígado, pero no un retorno a un nivel saludable, lo que podría indicar la necesidad de que las personas con NAFLD busquen intervenciones adicionales. Tampoco está claro si las intervenciones serían efectivas en personas con NAFLD más grave. Debido a las diferencias numéricas iniciales entre los grupos, fue posible observar diferencias medias absolutas más grandes en el grupo de intervención combinada.

Finalmente, este estudio solo duró tres meses. El siguiente paso sería realizar ensayos a más largo plazo en esta área (6-12 meses). Esto nos ayudará a determinar si estas mejoras pueden mantenerse durante períodos de tiempo más prolongados.

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